Sé que quiero escribir pero no sé por dónde empezar.
A ti darte las gracias por todo ese amor que me ofreces día a día, que siento cuando me abrazas, que me transmites con cada detalle que me regalas. La palabra felicidad se queda corta si intento explicar qué es lo que siento cuando estoy a tu lado. Gracias a ti la distancia se hace más corta, decidí luchar y fue la decisión más acertada que he tomado en mi vida.
Casi han pasado dos años (y parece que fue ayer) cuando con mucho miedo y tristeza decidí dejarlo todo atrás para empezar una nueva vida. Una vida que aunque a veces sea muy dura otras te regala momentos inolvidables y que perdurarán para siempre, cómo olvidar aquel 29 de enero del 2009 cuando uno de mis ángeles apareció por la puerta de mi casa y yo sólo sabía decir "Mi hermanaaaaaa" o cuando fui a recoger a mis padres por primera vez al aeropuerto y les enseñé cómo era esa "mi nueva vida" o el día que aparecieron a las 12 de la noche por ese hospital frío mis dos compañeras de viaje o la primera vez que la pequeña se bajó del avión y vi la felicidad reflejada en esos ojos azules.
De este viaje he aprendido muchas cosas pero quizás la más importante y la qué más ha significado ha sido el descubir a grandes personas que han estado siempre a mi lado de una u otra manera. A mis padres porque me han apoyado cada minuto de mi vida, porque jamás me han reprochado nada y porque aún en la distancia han estado a mi lado. A mis hermosas y adorables hermanas, en ellas he descubierto todo lo bello de lo que es la hermandad y que pocas personas tienen la suerte de poder difrutarlo; si tuviera que explicarlo no sabría hacerlo con palabras porque es sólo un sentimiento. A mi Kekito que nunca ha dejado que me rinda ni que me derrumbe, por ti lo dejé todo pero lo volvería a hacer una y mil veces.
Estas Navidades serán especiales porque no estaremos todos, me faltará mi otra familia y por ello no serán las mejores pero sé que en esa mesa habrá un lugar donde ponga mi nombre y el suyo.
Os quiero cada día un poco más.
