13 de enero de 2009

Ángel... mi ángel...

No tengo palabras para explicar cómo me siento, ni ganas de pronunciarlas...

Ahora todos quieren apoyarme y yo sólo quiero volver a abrazarlo, volver a hacer nuestros viajes relámpagos para un café, volver a cantar heidi por las calles de Sevilla como dos niños, volver a hablar a las tantonas de la madrugada... ya no volverás más a mi vida...

Te fuiste para siempre mientras venías a verme, el coche (tu niño, como tú decías) te quitó la vida como lo hizo con tu padre y a mí me arrebató mi mejor amigo, mi confidente, mi compañero de aventuras, mi paño de lágrimas...

Aún no me puedo creer que hayas desaparecido de mi vida para siempre, aún no me puedo creer que mientras hablaba contigo tan sólo te quedaban segundos de vida, que yo sería la última persona que te escucharía.

Te llamabas Ángel y siempre serás mi angelito porque estés dónde estés siempre serás mi angelito de la guarda, ese a quien acudía cuando peor estaba, ese que me enseñó que en esta vida hay que luchar por lo que se quiere, ese que superó todos sus problemas con una gran fortaleza.

No me despedí de ti y nunca lo haré porque sé que estás a mi lado como siempre lo estuviste.

Te quiero, Desi.